La evolución del arte ha ido cambiando su propia definición con el tiempo. Desde definirlo como: “Actividad humana encaminada a un resultado útil o práctico. A definirlo como: La capacidad de crear cosas bellas”. Seguro que podría enumerar aquí muchas definiciones de lo que es el arte y desde puntos de vista muy diferentes. Pero voy a partir de estas dos por su sencillez.
Lo bello puede ser útil por su propia belleza, la sola contemplación de la belleza ya es de utilidad para el espíritu. El espíritu y el alma entera se nutren de la belleza, porque la belleza ayuda a dar sentido a la vida. La belleza nos conecta con lo más esencial de nuestra naturaleza, nos enseña a reconducir el camino cuando nos despistamos y nos devuelve le esperanza cuando nos desesperamos.
Útil y bello aparecen frecuentemente como antagonismos. Es práctico pero muy feo, solemos decir de algún objeto, o qué bonito es, aunque no le veo la utilidad. Será que a veces confundimos la belleza con la estética, como confundimos la imagen con la realidad, lo que soy con lo que debo ser, lo que siento con lo que pienso, la pasión del gozo con el amor.
La naturaleza es hermosa y práctica a la vez. El hipnótico fuego tiene la belleza del misterio y es también una fuente de energía que nos calienta y alumbra. Las nubes son espléndidas en sus formas y matices de colores al reflejo del sol. Son gotas de agua suspendidas en la atmósfera que se derraman para alimentar la tierra, que nos regalan su sombra para cobijarnos y protegernos de radiaciones dañinas. Los infinitos y hermosos diseños de la naturaleza tienen su función; cada animal, cada insecto, cada planta, cada roca tienen su cometido y a la vez configuran el variado y maravilloso escenario de la existencia.
La naturaleza experimenta consigo y se renueva constantemente para crear nuevas formas. La naturaleza es arte divino por ser creadora, magia imprevisible por sus desconcertantes cambios, y sanador paradigma en su impulso de vida.
Por arte de magia ocurren todas aquellas cosas que ni podemos prever ni sabemos explicar. La magia es algo inusitado que parece desafiar las leyes que consideramos naturales, pero esas leyes no son naturales, son arbitrariamente humanas. La magia forma parte de la naturaleza, es esa parte que no se ajusta a nuestra comprensión. La magia es algo imprevisto e increíble que solemos descartar porque nos sentimos más seguros en lo conocido.
La creación artística es el resultado de un acto mágico donde los opuestos se funden para formar algo nuevo, algo que antes ni existía ni imaginábamos que pudiera existir. La magia que hace posible lo que nos parecía imposible acontece cuando las paradojas dejan de ser contradicciones. Es el punto de indiferencia creativa del que habla Fritz Perls, donde los extremos se tocan. Cuando el pensamiento lineal se hace circular ocurre el milagro y lo que se nos antojaba como opuesto deja de serlo.
No tiene sentido intentar resolver las paradojas, que al igual que los koans zen sirven para desarrollar la intuición creativa y flexibilizar la rigidez del pensamiento. La paradoja sólo existe en la mente, es una perturbación para la lógica de ese pensamiento lineal que define el mundo por oposición entre dos identidades.
El trabajo sobre polaridades que desarrolló Fritz Perls a partir de las ideas de Friedlander es uno de los pilares de la terapia gestalt. Perls habla del binomio identificación-alienación como el punto desde donde surgen los conflictos. Es decir, con qué me identifico y qué rechazo; qué soy y qué no soy. Perls muestra como al definirnos dejamos fuera o excluimos las partes que nos parecen contradictorias. El conflicto que aparece está sustentado por argumentaciones artificiales de un pensamiento limitado que crea oposición donde no la hay. Dice Perls:
“El conflicto neurótico está en la indecisión de a quién se debe agradar, si a uno mismo o al otro” [1]
Todo este pensamiento de opuestos tan simplista de lo que es bueno o malo, se apoya en una serie de valores y creencias que convierte el mundo en un lugar aburrido, previsible y seguro. Cuestionar estas creencias con las que definimos tanto el mundo que nos rodea como a nosotros mismos es liberar la creatividad. Las reglas, normas y mandatos sociales o familiares, ya sean conscientes o inconscientes, que llevamos grabados son estructuras rígidas. Son esos mecanismos de defensa que Firtz Perls llamaba introyectos. No dar por cierto nada que no hayamos experimentado directamente es el antídoto contra la limitante rigidez.
La vida no es conceptual. Los conceptos sirven para describir la realidad, confundirlos con la realidad es como confundir el mapa con el territorio. No caminamos por un mapa. Los mapas que nos orientan hay que revisarlos y realizar constantemente nuevas cartografías, porque el territorio es cambiante. Amor y odio, creación y destrucción, muerte y vida, solo son opuestos si empleamos la lógica aristotélica bivalente.
Jung dice que el círculo es el principio en que todo es uno. Habla del mándala o círculo mágico. Dentro de él está la conciencia; fuera, lo inconsciente, y el círculo es la personalidad que da vueltas sobre sí misma buscando la luz.
Yo creo que parar de dar vueltas en este laberinto sin fin se consigue abriendo un canal en cualquier lugar del círculo, para traer lo inconsciente a la conciencia. El arte es un canal para transformar el círculo cerrado en una espiral abierta con distintos niveles de conciencia.
La peculiaridad de cómo en gestalt se trabajan los sueños, hace que para mí sea el aglutinante más evidente de lo mágico con lo creativo y lo terapéutico.
Son los sueños una realidad aparte, una realidad formada por otra sustancia diferente a la que configura la vigilia. Un holograma donde la figura y el fondo cambian tan rápido que difícilmente podemos tomar referencias claras. Si pudiéramos dar una coherencia lógica a los sueños dejarían de ser sueños. Dice Fritz Perls:
¨En terapia gestalt no interpretamos los sueños. Hacemos con ellos algo más interesante. En vez de analizarlos y trocearlos, intentamos retrotraerles a la vida…[2]
La creatividad y la magia son inherentes a los sueños. Sumergirnos en el inconsciente del sueño es adentrarnos en un mundo mágico donde todo es posible. Los sueños son premonitorios en el mismo sentido que vengo hablando de los oráculos. Predicen las posibilidades futuras en función del presente, a través de ellos accedemos a información velada sobre nuestra vida y conflictos latentes. Al sumergirnos en ese mundo aparentemente caótico que tiene sus propias leyes, nos adentramos en nuestro universo interno. Fritz Perls decía que todos los elementos que aparecen en los sueños son proyecciones de nuestra personalidad, el YO escondido se revela en los sueños con todas sus posibilidades. Los conflictos se manifiestan en los sueños con nuestra particular simbología gracias a la capacidad creativa. Sólo como soñantes podemos dar sentido al sueño a partir de las sensaciones y los sentimientos que nos ha dejado, pues la connotación de cada elemento es personal. Creo que es inevitable cierto grado de interpretación, porque en el momento que intentamos dar significado al sueño desde el estado de vigilia, en el momento en que intentamos traducir lo simbólico, con el sólo intento de poner palabras al sueño, estamos interpretando. Pero no es lo mismo hacer una lectura del sueño a partir de la experiencia y las sensaciones personales, que hacer una interpretación puramente mental basándonos en una simbología general. Aunque existan arquetipos universales su representación simbólica al igual que nuestras huellas dactilares o nuestro ADN nunca es idéntica.
La manera que Perls ideó para trabajar los sueños transforma la creación imaginativa en acción expresiva, en puro arte. Revivenciar y teatralizar el sueño identificándonos con cada uno de los elementos que en él aparecen nos lleva a descifrar el mensaje existencial que dormita en el fondo de nuestra memoria. Aquí es donde el arte, la magia y la terapia confluyen.